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SEKSMISJA (1984)

Ficha técnica

Título inglés: Sex Mission
Nacionalidad: Polonia
Productora: Zespól Filmowy "Kadr"
Director: Juliusz Machulski
Guion: Juliusz Machulski, Pavel Hajný y Jolanta Hartwig
Dirección de fotografía: Jerzy Lukaszewicz
Efectos especiales: Zdzislaw Sowinski
Música: Henryk Kuzniak
Intérpretes: Jerzy Stuhr (Maks), Olgierd Lukaszewicz (Albert), Bozena Stryjkówna (Lamia), Boguslawa Pawelec (Emma), Hanna Stankówna (Tekla), Beata Tyszkiewicz (Berna),Wieslaw Michnikowski (Su Excelencia), Janusz Michalowski (Profesor Kuppelweiser)
Duración: 117 m.

Se tiene la sensación general de que la ciencia-ficción en los países de la Europa comunista es aburrida, con interminables planos en los que aparentemente no pasa nada y argumentos repletos de gravedad existencial. Una idea equivocada, ya que se asocia este género cinematográfico realizado en este ámbito geopolítico a los ejemplos más conocidos, que no son otros que las dos incursiones que realizó Andrei Tarkovsky: Solaris (1972) y Stalker (1979). De hecho, creo que la otra idea más general que predomina es la de que en la Europa del Este no había sentido del humor bajo el comunismo, o que este sistema político condenaba y censuraba cualquier intento de comicidad, tanto en el arte y como en la sociedad. Este tipo de ideas suelen nacer del desconocimiento, claro ésta. El Telón de Acero fue una opaca cortina que mantuvo aislado al bloque socialista de perniciosas influencias occidentales, pero que en el capitalismo también nos privó el acceso a su sociedad, impidiendo conocer mejor el modus vivendi de las personas que no solo vivían atenazadas en el totalitarismo, sino que también disfrutaban de sus ventajas sociales. Ya se sabe: el monstruo más aterrador es aquel que se oculta de cualquier mirada, y unos y otros nos mirábamos con excesivo recelo en aquellos tiempos.

Ya hablamos en su día sobre las peculiaridades del cine polaco de ciencia-ficción al tratar la película O-Bi, O-Ba - Koniec Cywilizacji (Piotr Szulkin, 1985), donde observábamos cómo el clima sociopolítico de la Polonia de los años ochenta (actividades sindicales ilegales, contestación al régimen, etc.) permeaba en los argumentos de sus filmes. Pero también existe una peculiaridad sobre su filmografía, y tiene que ver con el tipo de sociedad que la soporta, pues su histórico espíritu nacionalista y la clara influencia de la Iglesia católica han conformado una sociedad reaccionaria que, ni siquiera los intentos del gobierno comunista para transformarla, lograron virar su mentalidad. Incluso se puede suponer que estas características sociales, muy comunes a todos los países al este del Rin, fueron aprovechadas por las administraciones socialistas para homogeneizar poblaciones de identidades dispersas (el caso de la Yugoslavia del mariscal Tito es quizás el mejor ejemplo) en torno a un sentimiento ultranacionalista, íntimamente ligado al partido comunista de turno.

A pesar de que el comunismo soviético llevara a gala la integración de la mujer en el ámbito social y laboral, no es menos cierto que esta bandera no pasó de ser una declaración de intenciones. El machismo patriarcal estaba tan anclado en estas sociedades que la población femenina veía cómo sus reivindicaciones eran una y otra vez aparcadas, permaneciendo en el papel secundario que históricamente se le había reservado. El logro de Valentina Tereshkova, primera mujer en el espacio (que volvió viva, habría que matizar), escondía una realidad más habitual y menos amable, donde la población femenina seguía siendo el soporte del hogar en sus cotidianas tareas domésticas. El feminismo, como el sindicalismo, era considerado una atribución del sistema y, como tal, era tutelado por los designios de unos comités centrales conformados en su mayoría por hombres, quienes tutelaban los avances sociales según sus propios intereses. Y es que el paternalismo es uno de los rasgos más típicos de cualquier totalitarismo.

Así pues, no faltaría el día en el que se gestara una película que anulara cualquier pretensión feminista. Y qué mejor manera de hacerlo que a través de la caricaturización y la burla. Pues, como dijo Billy Wilder, "para decir la verdad sé gracioso, o te matarán". Seksmisja propone en su argumento a dos hombres se ofrecen voluntarios para un experimento de hibernación que debería durar tres años, pero que serán despertados mucho más tarde, en un entorno absolutamente desconocido para ellos: una guerra ha desatado siniestros conocimientos científicos, y el mismo doctor que los durmió ha borrado de la Tierra a toda la población masculina, origen de todos los males, generando un futuro (des)gobernado por las mujeres. Estas se presentan como unas crueles y gélidas administradoras de un nuevo orden social donde la procreación se fía a la técnica de la partenogénesis, evitando el nacimiento de cualquier varón y desterrando el contacto humano.

A pesar de que el género masculino tampoco sale del todo bien parado (los dos protagonistas del experimento son retratados como seres oportunistas y pusilánimes), toda la película gira en torno a la destrucción de las históricas pretensiones del feminismo, planteándose la oposición entre "lo natural" (aquello que los hombres contemplan como la mejor forma de hacer las cosas, y que coincide con cómo tradicionalmente se ha manifestado la sociedad) y las nuevas bases ideológicas de la administración femenina. Así, para lograr huir de sus carceleras, los dos hombres descubrirán que pueden desarmar a sus captoras con besos en la boca, cayendo estas desmayadas en una especie de éxtasis por el contacto con un hombre, sensación desconocida para ellas.

Este es uno de los múltiples ejemplos de desarticulación del discurso feminista (o, al menos, de los tópicos que lo acompañan en el imaginario machista: frío, cerebral, implacable, violento, opresivo, revanchista, etc.) que se pueden encontrar en esta ensoñación heterosexual, donde siempre se presenta a la mujer como voluble y manipulable por algunas de sus congéneres, a las que, con la terminología actual, alguien podría calificar de "feminazis". Qué placer encontraríamos en poder decir que las cosas han cambiado. La triste realidad es que la visión que del feminismo se presenta en esta película, aunque arrinconada en los sectores más reaccionarios y atrincherados de la sociedad, sigue actualmente vigente. Como ejemplo, tan solo basta con mirar los carteles que ilustran las rátulas de sus ediciones en DVD: una forma burda y deplorable de llamar la atención de aquellos potenciales espectadores que asentirán con gusto ante los desmanes de las féminas.
 

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