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TEST PILOTA PIRXA (1979)

Ficha técnica

Título inglés: Pilot Pirx's Inquest
Nacionalidad: Polonia/ URSS / Estonia
Productora: Przedsiebiorstwo Realizacji Filmów "Zespoly Filmowe" / Filmistuudio ''Tallinnfilm'' / Dovzhenko Film Studios
Director: Marek Piestrak
Guion: Marek Piestrak, Vladimir Valutskiy y Stanisław Lem (relato "El proceso", perteneciente a la novela Relatos del piloto Pirx)
Dirección de fotografía: Janusz Pawlowski
Música: Arvo Pärt y Eugeniusz Rudnik
Intérpretes: Sergei Desnitsky (comandante Pirx), Boleslaw Abart (Jan Otis), Vladimir Ivashov (Harry Brown),  Aleksandr Kaydanovskiy (Tom Nowak), Zbigniew Lesien (John Calder)
Duración: 95 m.

Observando siquiera superficialmente la recepción crítica que circula en internet, resulta llamativa la proliferación de comentarios que relacionan este filme con Blade Runner (Ridley Scott, 1982), celebrando el internauta de turno el haber descubierto esa fuente original ignota, ese referente desconocido para el gran público que, despistado en la vorágine de los blockbuster y la historia oficial del cine, considera la película protagonizada por Harrison Ford el punto de partida y mejor exponente de los "replicantes", pues considerar la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? como única fuente literaria parece para el (supuesto) experto un referente sospechosamente débil, ya que el libro y la película se parecen demasiado poco. ¡Ahí estaba el cine polaco de los setenta, condenado al ostracismo, esperando a follarse las mentes de aquellos que consideran a Hollywood el paradigma de la innovación! La teoría de la conspiración se alimenta de datos ciertos, pero inconexos, para denunciar la usurpación de méritos ajenos por parte de la industria americana.

Lo cierto es que las convergencias y las sincronicidades son más frecuentes de lo que nos podemos suponer, y en distintos puntos del planeta pueden surgir inquietudes afines debido a eso que se denomina «zeitgeist», el clima intelectual y político que domina en un determinado momento y que proporciona pensamientos y formas culturales que lo representan. Sin descartar el plagio, esto podría explicar el interés de Piestrak y Scott por llevar a la gran pantalla dos historias con tal cantidad de connotaciones, pues el gran desarollo de la informática a finales de los setenta y principios de los ochenta anticipaba insospechados saltos tecnológicos, con los que el ser humano del futuro tendría que convivir.

Sin embargo, las verdaderas sincronicidades las encontramos entre los respectivos responsables de las historias en las que ambos filmes se basaron, pues tanto Philip K. Dick como Stanisław Lem tuvieron unas carreras literarias paralelas en cuanto a sus inquietudes argumentales. Los dos estaban muy condicionados por sus respectivos ámbitos geopolíticos, los cuales rechazaban de plano por considerarlos opresivos y alienantes. Para combatir una cierta sensación de desencanto derivada de su pesadumbre vital y un entorno asfixiante, ambos —aunque por separado— comenzaron a establecer las bases de lo que sería denominado como «realidad sintética», donde la generación de mundos paralelos que simulan lo real es la base para revisitar y actualizar aquellos elementos desplegados en el Barroco —con René Descartes y Calderón de la Barca como máximos exponentes—, y que ofrecían la visión de un mundo en crisis debido a que la percepción derivada de los sentidos era la forma menos fiable de relacionarse con la realidad.

Ya fuera a través del abusivo consumo de estupefacientes (Dick) o de la lucha sociopolítica (Lem), ambos comenzaron a introducir personajes de memorias desubicadas, que se interrogaban constantemente sobre su personalidad al haber perdido páginas de su pasado. La identidad del ser humano había comenzado a ser consciente de una crisis derivada de la manipulación de los recuerdos a través de la mentira, implantada esta a través de instituciones u organizaciones de índole supraindividual, de carácter público o privado. Sus protagonistas están constantemente amenazados por los servicios secretos, la policía o empresas con fuertes intereses económicos, que no dudan en emplear los métodos más expeditivos para conseguir sus siniestros objetivos. El héroe de la tragedia se verá obligado a superar todos los obstáculos, en la mayoría de las ocasiones a través de unas características particulares que, en un principio, desconoce que posee, permaneciendo en su interior potencialmente, como un misterio que pelea por manifestarse.

Así, a uno y otro lado del Telón de Acero hubo dos escritores que respondieron a inquietudes similares a través de esa herramienta alegórica que suele ser la ciencia ficción, introduciendo parecidos elementos argumentales para resolver análogas incógnitas. Por ejemplo, su devoción por la novela policíaca hace que sus argumentos repliquen la investigación detectivesca para desvelar misterios, complots o conspiraciones puestas en marcha para usurpar la libertad de los individuos o para ocultar fantásticos descubrimientos que mejorarían el desarrollo de la humanidad. Este es el punto de partida de esta Test pilota Pirxa, donde el reputado cosmonauta Pirx será el encargado de averiguar qué parte de los miembros de una tripulación son humanos y cuáles unos androides, permitiendo saber así la fiabilidad de los robots en los viajes intergaláticos de larga duración.

Sus pesquisas bascularán entre los testimonios de esos individuos que lo acompañan a la luna (salpicados de más de una delación, destinadas en algunas ocasiones a confundir al examinador) y su propia perspicacia, que lo ayudará a dar con la solución al conflicto de una manera intuitiva (que, a menudo, suele responder a esa sabiduría que otorga la experiencia vital, incapaz de ser clonada en una inteligencia artificial). Pirx razonará que nuestro defectos humanos son mejores que la perfección del androide, ya que hay factores secundarios que nos permiten improvisar y empatizar en situaciones de peligro. Sin embargo, su fiabilidad no será tan precisa como él creía, ya que determinados aspectos de la humanidad, como son el engaño y el disimulo, saldrán a flote, viéndose como un elemento de supervivencia que asemejan a esos seres inorgánicos con los humanos. Y es que esta historia deja la puerta abierta a una evolución tecnológica imparable, llegando el día en el que ya no sabremos qué es o qué define a los seres humanos, equiparando nuestras creaciones a nosotros mismos en su capacidad para conseguir las emociones que, en algunas ocasiones, a nosotros nos faltan.